sábado, 25 de enero de 2014

A tus ojos


De la mas alta torre se elevaron tus ojos,
y la noche, con su magia, tiñó de estrellas tu mirada,

Todos los luceros se prendieron,
como un faro brillaron tus ojos,
guiándome,
inconfundíblemente,
al encuentro con tu alma.
El mago de tu pupila no duerme su conjuro;
Aun sigo cautivado.

Eres un hechizo interminable.
una calma precisa.
Tu mirada
Es la senda bendecida por la primavera,
que me atraviesa como una flecha del rosal,
con sus pétalos y sus espinas.

Tus ojos no brillan como oro ni como perlas;
tus ojos tienen sus propia luz inigualable,
su destello de lejana hermosura
Tiene un mutismo que me besa,
tu mirada tiene una figura delgada que seduce,
y se extiende por toda la tierra buscándome.

No hay nada que no puedas ver.
Ante tus ojos mi corazón esta desnudo, deshojado;
has visto el color de los sueños de mi sangre y su fragancia,
el polvo de mis huesos,
las lágrimas perdidas.
Soy prisionero del abismo de tus ojos,
atrapado en la espiral de tu pupila
y caigo por ese sueño 
que se esconde tras tus parpados.
Vivo apretado en tus ojos cuando duermes.

Enrique Urueta

Nocturna



Las calaveras de tus ojos brillan
como lunas de plata inmaculada.
El lobo negro aulló en tu nombre.
El bosque cantó su oscura sinfonía.

Eres el hermoso poema de la noche,
Aquel verso que brota de la boca
de los ángeles nocturnos
como un beso inesperado.

Descendieron las mariposas
hambrientas a comer el otoño 
de tu nívea piel de estrella,

Y me llené el corazón
con tu sangre nocturna:
El hermoso poema de la noche.

Enrique Urueta

De ala a ala me recorres...




De ala a ala me recorres con labios descalzos,
con manos floridas, y ojos astrales. 
Tu boca se desnuda los besos,
su vestido de pétalos carmesí se adhieren a mi piel,
y su fragancia de cereza nocturna
inflama, inextinguible, el deseo por tu sangre.

No hay otra delicia 
que el fuego ardiendo entre tus labios
que mi lengua atiza sin palabra,
y el aroma de las uvas se desprende
entre beso y beso interminable.

Todas las gotas extraviadas de esta lluvia
descenderá por los jardines de tu piel de alba,
por el claro de tu cuerpo y la sombra de la noche,
y empapada, quedarás vestida de agua y besos. 

Enrique Urueta

Tus labios brillan...



Tus labios brillan
Como estrella excitadas
Que iluminan mi deseo.
Un rio a diestra de lujuria
que desborda tantos besos.
Brillan como lunas
Rosadas y eróticas
Ávidas en el cielo,
Delicia de tu boca,
Luz de mi deseo.

Enrique Urueta

A tus manos


Son tus manos nubes divididas
que han tocado la noche de los arboles nocturnos
e hicieron florecer los retoños de la nada;
tienes la primavera entre los dedos.

Acariciaste la medialuna consagrada,
La espiral y su pálida linea,
como no besar tus manos de pétalos alvinos
que son doblemente lunares, 
que multiplican la esencia de la luz y la ternura.

Tus manos sabiamente hablan de amor
en lenguaje de caricias,
en palabras no escritas,
que me inundan y me aprietan.

Me gustan tus manos
pues en ellas duermen algunos besos errantes
que viajaron de mi boca hacia tu cuerpo:
un puente donde cruzo hacia tus labios
y pongo mi vida para amarte.

Enrique Urueta

Oscuridad


Se contuvieron las nubes grises;
su dulce lluvia de néctar y besos cesó
en esta soledad que me he inducido.
Que amargo laberinto de claveles oscuros,
que sueños lúgubres he tenido despierto,
Que amargas son mis manos sin las tuyas;
me pesa el tiempo y las sombras
que se derraman en este día de sol negro,
con cielo de apagado azul y de nubes marchitas;
pero como me pesan las lagrimas
que emanan de este corazón de piedra.

El mundo no es mas que un árbol
deshojando, en esta temporada, su silencio:
me cubren sus hojas de mutismo sombrío
como un océano de perpetua oscuridad
ahogándome en mi propia ausencia
y en las amargas lagrimas 
de estos tristes ojos carentes de tu mirada.

Que vacío lleno de millares de abismos oscuros,
que tristeza mas amarga
torturada por mi orgullo,
verdugo de mi existencia.
Si tan solo estuvieran tus labios para rescatarme
calmarías, con una sola letra, mi agonía.

Que una pluma de tu ala cruce la tierra
y atraviese esta soledad;
que tu alegría llegue un día de estos
y me libere, por siempre, de mi oscuridad.

Enrique Urueta

Aqua Delicia



Piedras de agua dulce que sueñan 
y se derraman cautivas del deseo de vivir
arremolinadas en mi boca, dispersas en mis labios
como una lluvia de tu cielo, de las nubes de tu piel
cargadas todas de humedad tan dulce,
un desbordado de tu romance que desemboca
con tremenda dulzura en mi boca;
Besos de sirena, besos que se aprietan a mi alma
y me mojan, me inunda, me llenan como un vaso,
me lleno de tus besos de agua de topacio
piedras de agua dulce, rocas de acuarela.
Son tus labios las esfinges de Poseidón,
el mundo de agua que escarcha mis labios
cuando besas con la marea de tu boca.
Delicia interminable, rocío que me encanta,
vienes a saciar mi sed con con tus dulces besos de agua.

Enrique Urueta

Una cita en lunes por la tarde


Se citaron en el parque. Pero no era de esas citas que uno planea, o uno espera, o ves venir. No era una típica cita que haces sino  una cita que el destino manda, que algo más allá de todo planea, y te golpea. De esa invitación implícita, algo inadvertido que nos sobrepasa y no tiene explicación. Un cita a ciegas que no te abre los ojos sino el corazón. Si algo así ocurrió, el destino los citó en el parque el lunes a las 5:43 p.m. Se conocieron a tiempo. Hola dijo ella. Hola contestó él. Y el destino dijo "Te presento a quien has estado esperando toda tu vida."

Momentos. Breves Historias de Amor
Enrique Urueta.

jueves, 23 de enero de 2014

Un breve beso y un suspiro.

Salieron del colegio esa tarde como acostumbraban siempre cuando el ocaso se pintaba,  y era en ese instante que de repente él la sorprendió con un beso. Fue un beso breve, pero se sintió como si durará toda una eternidad. El tiempo se detuvo sin motivo.
¿Qué piensas? preguntó  él con el dulce sabor impregnado de su boca.
Sonrojada, y aún con retazos de su beso en los labios, suspiró y dijo  Nada.
Lo miró con una ternura sin igual que a él se le inundó el alma. Y tomando su mano volvieron al camino sin más palabras que la de un beso.

Momentos. Breves Historias de Amor.
Enrique Urueta


Inesperada

Desperté arrepentido. Que chica. Que fiesta.  Los besos que me guardé pasan por mi garganta hasta el estómago y llegan como mariposas. Este cadáver aun siente algo. Voy al refrigerador a ver que recuerdos aun conservo y que sueños están por caducar, y lo que todos queremos o al menos yo quiero, un beso en el desayuno para alimentar el alma, aun no llega. Pero miren: Mi cerveza se mantiene fría. Y ahora que ella no está, ni estuvo, ni estará -como mi razón supone y mi corazón se niega a creer-  no me queda más que seguir llevando este cuerpo por la vida hasta que unos labios me liberen o, como es de imaginarse, nuestras almas se fragmenten a causa de un amor fallido como la clonación de algún momento inolvidable o la misma historia que se repite, aunque pienso que las cosas no se repiten dos veces del mismo modo.  Pero dejo un retazo de esperanza y te sugiero que hagas lo mismo, pon un sueño inquebrantable bajo tu almohada. 

Bien, me sacudo la nostalgia, y como es de mi rutina, sacaré a Nerudino, mi perro, de paseo. Hoy tiene una alegría e inquietud de la que me contagia un poco, quizás haya algo de esperanza para este día, pues al fin y al cabo vivo, y los nuevos días son de segundas oportunidades.  Entonces, voy para el parque con una frágil sonrisa que se podría desmoronar en cualquier instante, y es en un instante que Nerudino se  escapa y se echa a correr; era de esperarse su traición con tanta alharaca que traía, y hay me ven yendo en su búsqueda; y es en esa búsqueda cuando la vi, como ver la primavera en pleno invierno; un sol que desgarró mi frío. 
-¿Es tu perro?- Dijo aquella chica que me cautivó desde el primer instante.
-Si, Nerudino- dije disimulando mi cansancio, tratando de sonar lo más fluido posible. 
-Es muy bonito y tiene un bonito nombre. 
Y me sonrió, como de esas sonrisas que no se olvidan enseguida.Que te trae  una felicidad que te inunda y te dura todo el día sin importar nada. Y así con esos labios sonriéndome y grabados en mi memoria se marchó.¿

La volveré a ver? Eso espero, pensé.


Enrique Urueta