Se vierte en mi boca el ocaso más oscuro,
sombras envenenadas tatuadas con tu nombre
que apagan mi existencia
y toda llama de esta vida.
Me consumes con tu aliento.
Se excita mi muerte
Cuando me besas con el réquiem de tus labios,
Carmín cayendo.
Silencio y suicidio.
Yo amo tu boca por la muerte que produce,
como flecha consagrada para matarme.
Una delicia enorme
el fúnebre delirio de tus labios,
pues vivo y muero
cuando besas mi vida
y me entregas la muerte.
Enrique Urueta
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