viernes, 27 de junio de 2014

El último atardecer

Abrió la puerta de la casa y salió corriendo. Él iba detrás de ella, cruzando todo el jardín y los plantíos de la granja hasta quién sabe dónde, muy lejos de la realidad quizás.
Corría, corría, tratando de huir de la verdad, de saber que ya no se podrán volver a ver. La alcanzó finalmente, y la abrazó con la calidez de un último abrazo.
―Es verdad lo que tu mamá dijo, ¿Se mudarán lejos?
―Me temo que si, no quería que supieras de esta forma. Pensaba decirte luego.
― ¿Cuándo? ¿Cuándo ya tengas las maletas en la mano o ya estando en el auto para marcharte? No quiero que te marches lejos…
―¿Por qué? ― dijo haciéndose el desentendido
Ella bajó la mirada, miró sus manos y dijo en voz tan baja
 ―Porque… porque te quiero.
A él se le dibujó una sonrisa al oír esas palabras, con su voz tan frágil y sincera.
―Y yo también te quiero, por eso sólo quería disfrutar cada momento y no pensar en que habrá un día en el que ya no estemos juntos… y extrañarte. ― Dijo rompiendo su leve sonrisa.
―Te voy a extrañar también.
La apretó tan fuerte entre sus brazos
―He amado todos y cada uno de los capítulos que hemos escrito juntos en esta vida. ―dijo él sin soltarla.
Luego le besó la frente, tomó su mano y fueron a aquel viejo árbol a ver el último atardecer juntos. 

Momentos. Breves historias de amor, Enrique Urueta

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