viernes, 27 de junio de 2014

Amatoria



Eres sutil suspiro de mi alma.
Eterna porque eterna te quiero,

infinita, porque infinita eres.
Agua y sangre de mis venas.
Luz de cielo, luz de sol, luz.
A mi costado te quiero
atravesada a mi corazón
aun doliente herida mía
recorriéndome los huesos;
caminas entre los dedos de mi vida.

Amor, déjame darte la primavera
en este otoño en el que vives,
las flores y las lluvias,
los eternos besos de amapola,
el vicio de las nubes de verano,
tu figura retratada con la mía
en nubes blanca, suaves y perpetuas;
Me has llovido toda esta vida
te he amado desde siempre,
buscándote, sabiendo que te encontraría.

Si vieras con los ojos que te veo,
entenderías cuanto es que te quiero,
por qué mis ansias de besarte
hasta cuando te sueño;
sabrías que me encuentro perdido
en el abismo de tu pupila negra
donde encuentro tu alma... o la mía,
no sé realmente si tuya o mía;
son tan parecidas ante mis ojos.
Si miras a través de ellos entenderías.

Abierta, nebular, blanca espiga,
como un libro te abro y te leo;
misterio cada capítulo de tu cuerpo,
cada palabra de tu boca,
cada oración de tus ojos.
Te leo, te sigo, me pierdo
en el laberinto de alba
de tus muslos de marfil,
donde tacto, como una ciego, las paredes
de cuerpo que se aprieta contra mí.

Déjate caer entre mis brazos,
dormir, soñar, sentir mis latidos
cuando gritan tu nombre en el silencio,
haciendo eco en tu alma inmensa
entre el alba y el crepúsculo.
Cuando me mires lo sabrás todo
escucharás nuestros nombres resonando,
y lo habré probado todo cuando te bese.
El mundo que conocerás
conmigo será diferente.

Enrique Urueta

No hay comentarios:

Publicar un comentario