A Esperanza

Que miro mas que en tus ojos el cielo,

las perlas teñidas de crepúsculo.

Que miro mas que mis sueños

y el agua desbordante de tu alma;

me encantas oceánica,

celeste estrella de luna azul

¿cuantos ángeles se consumieron en tu corazón?

pues son tus latidos

el eterno cielo donde descansan mis alas.

Carta II

Esperanza, mi Esperanza:

Ayer me dijiste adiós. ¿Que significan ya tus despedidas? ¿Una eterna agonía de esperarte? ¿ Ahogarme en sombras y arrepentimientos? ¿Que pensarte sea una cuchilla punzocortante en vez de claveles azules que me traspasen el corazón?  Ya no entiendo, ya no se si regresarás o realmente te has ido para siempre.

Te sufro desde el momento en que te vas. Ya mis alegrías son suspiros que se terminan yendo; parece como si te llevaras todo, te llevaras incluso lo que soy, y me quedo con un vacío, con tristezas que se cuentan con mis dedos, una melancolía en los cielos... una lluvia en estos ojos pequeños que solías besar. 

Estoy triste. Podría escribirte cien cartas en estos momentos y todas serian mas tristes, cada vez mas tristes, quizas la carta número cien sera la mas breve de todas: un epitafio. 

Estoy verdaderamente triste, y todo es insípido, nada me sabe sin ti. Ojalá pase este invierno y la primavera de tus ojos llegue lo mas pronto posible.

Tu bienamado

En horas de tu ausencia

Qué triste es esta ahora cuando te extraño

 te pienso tan lejana, tan ausente,

y un vacío me invade,

la oscuridad se aprieta,

la realidad me hiela,

y es todo nostalgia,

melancolía,

todo es tristeza,

100 años luz y 10, 000 abismos.

Te fuiste a 100 años luz y 10, 000 abismos,

ahora tengo que cruzar toda la tierra por tus besos,

ahora tengo que rogarle al viento por tu aroma,

pues te fuiste, te fuiste y te llevaste todo contigo,

A tus labios

Has tejido besos de plata y luna en mis ojos,

me han recorrido desde la boca, hasta el mundo,

cruzando mis sueños y las montañas mas altas.

Todos los valles me han caminado;

Carta I

Esperanza, mí Esperanza:

Que silencio mas tormentoso. Que oscuridad siento en el día. Que insípido es todo lo que llega a mi boca, ¿cuanto falta para sentir el durazno y las manzanas de tu boca?

En la Noche Nostálgica

Terminó el otoño. Sus hojas se desprendían ansiando poder revivir en algún sueño, o memoria, o en algún triste recuerdo de aquel inmenso árbol que agonizaba lento. Mientras tanto, las eternas mariposas negras, alborotaban la noche y los pistilos, como gélidos suspiros que te hielan hasta el alma. Si, me helaban, me congelaba; la inercia me ganaba, estaba bajo el hechizo de la luna y sus estrellas; eternamente hechizado por la noche que me mataba. 

Dormida

Dormida como una luna de marfil en mis brazos te miro:

Que ojos pequeños y eclipsados que descansan

entre los sueños y el mar de tu alma que no dormita

pues su esencia aun habita entre mis olas a esta hora

cuando te miro dormida, aletargada y desnuda.